5 de abril de 2021

SIEMPRE EN MI CORAZÓN


El pasado lunes, 29 de marzo, mi hermano Jose emprendió su último viaje. De nuevo, la sensación de vacío y de dolor infinito me invade y, a pesar de los consejos y palabras cargadas de la mejor intención del mundo de aquellos que me quieren, no me consuelan... De sobra sé que hay que darle tiempo al tiempo. Poco a poco asimilaré que este dolor que hoy siento es el tributo que uno ha de pagar cuando se van aquellos que tanto has querido y quieres. Pero... ¡Siempre valdrá la pena querer, a pesar del dolor de la ausencia!. 

Mi hermano, Jose, luchó durante más de once años contra una cruel enfermedad, y nunca dramatizó la misma, a pesar de la dureza que implicaban los tratamientos. Hasta el último momento nos lo quiso hacer fácil, pero, querido hermano, qué difícil nos está resultando todo esto. Nadie, absolutamente nadie, que no haya tenido un enfermo ingresado en un hospital en estos días, podrá entender el drama que supone para enfermos y familiares su estancia allí: al dolor por la mala salud de tu ser querido se suma la cruel e inhumana norma de no poder visitarlo. Pero ahora no toca hablar de estas leyes, impropias de un país que dice pertenecer al "primer mundo" y contar con uno de los mejores sistemas de Salud públicos, cuando en realidad se está sometiendo a los pacientes y a sus familiares y amigos, a una auténtica tortura emocional. Ahora toca dedicarte unas poquitas palabras a ti, Jose...

Quiero hablar de ti, hermano mío. Tú que ejerciste la docencia desde muy joven (fuiste pionero formando un grupo de trabajo para enseñar las matemáticas y las ciencias de una manera práctica, por descubrimiento), y que esta enfermedad te apartó de ella cuando todavía tenías mucho que enseñar. Tú que eras un gran conversador, un hombre culto de esos que ya no se llevan, apasionado de la lectura, de la música, de la pintura, de los viajes, de la Ciencia, de los largos paseos por el campo,... Tú, hermano mío, te has ido físicamente, pero, sin embargo, sigues con nosotros en nuestros corazones y en nuestros pensamientos...

Cuando la lluvia caiga, disfrutemos de las plantas y flores que tanto te gustaban, transitemos por los caminos que frecuentabas, oigamos tus melodías preferidas,  leamos los escritores por ti admirados, saboreemos unos rosquillos caseros  o nos conmovamos con el amanecer y el atardecer desde tu terraza... tu presencia será aún más viva si cabe.  

Te queremos. Siempre, siempre, estarás en nuestros corazones.

Aunque el resplandor que
en otro tiempo fue tan brillante
hoy esté por siempre oculto a mis miradas.

Aunque mis ojos ya no
puedan ver ese puro destello
que en mi juventud me deslumbraba.

Aunque nada pueda hacer
volver la hora del esplendor en la hierba,
de la gloria en las flores,
no debemos afligirnos,
porque la belleza subsiste siempre en el recuerdo.

Oda a la inmortalidad, W. Wordsworth


                                           https://youtu.be/2YFYRYUoCPQ





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