Por increíble que parezca, en los
terroríficos campos de concentración nazis se hizo música y se escuchó música. Películas como Playing for Time (Playing for time) de Daniel Moon (1980), El
Pianista (El pianista) de Roman Polanski (2002) o Memorias de Ana Frank (2009) de Alberto Negrin, plasman esa realidad.
Desde que se establecieron los primeros
campos de concentración en 1933, además
de los programas de radio o los discos de vinilo que sonaban por los enormes
altavoces instalados en los campos, los guardias ordenaban a los prisioneros
que cantaran mientras marchaban, trabajaban o eran castigados. Lo hacían con el
fin de humillar, disciplinar y burlarse de los reclusos. El repertorio incluía marchas de las SS, canciones
folklóricas,... Por ejemplo, en 1933, en el campo de Börgemoor, se organizó un evento que incluía música ( se estrenó la canción Los soldados de la turbera, Moorsoldatenlied), humor y arte con el fin de animar a los presos. Sin embargo, cuando la música estaba ligada a algún hecho
político u otro contenido prohibido, que era ilegal, solo se podía
tocar secretamente. En
esos momentos había pocos grupos instrumentales y los músicos profesionales
eran excepción, aunque los coros eran frecuentes.
Tras el inicio de la Segunda Guerra Mundial,
cada vez llegan más prisioneros de diversos países y clases sociales a los
campos de concentración, entre los cuales había un mayor porcentaje de
intelectuales, artistas y músicos profesionales. La vida musical de los campos
crece ( al igual que los antiguos campos son reemplazados, surgiendo otros más
grandes) y aparecen las orquestas. En Auschwitz, por ejemplo, hubo una banda compuesta por 120 músicos, y una orquesta sinfónica de 80. Su repertorio era variado: marchas, música de salón, fragmentos
de ópera y de música clásica, etc y dependía de las preferencias de las SS.
Las actividades musicales alcanzaron su
máximo esplendor a partir de 1942-43, cuando un sistema de beneficios posibilitó conseguir instrumentos y partituras del
exterior, crear canciones u otras composiciones para el campo, dar conciertos,
organizar funciones de teatro o de cabaret,...
Algunos músicos compusieron obras por
iniciativa propia, para sí mismos y para sus compañeros reclusos. En este caso,
la música era un medio para mantener
viva sus señas de identidad y tradiciones, y resistir psicológicamente las duras
condiciones de vida del campo (hambre, frío, trabajos duros, miedo,...) .Por
otra parte, los músicos gozaron de un status especial que les daba cierta
protección frente a actos arbitrarios y también privilegios esenciales para sobrevivir:
tareas menos duras, mejor vestimenta, mayores raciones de comida, etc.
Por último, señalar que durante las
inspecciones de los campos de concentración (por ejemplo, la visita de la Cruz
Roja), los comandantes exhibían a los conjuntos musicales como prueba de lo
correcta que era la vida en ese lugar, aunque la realidad fuera bien distinta.
VÍDEOS:
Rescatan música compuesta en los campos de concentración nazis
El clarinetista de Mauthausen
(Foto tomada de "EL PAÍS", abril,2016)
BRUNDIBÁR (1938)
Brundibár (El Abejorro) es una
breve ópera (dura unos cuarenta minutos) escrita para niños, que fue compuesta
por Hans KRÁSA con libreto de Adolf HOFFMEISTER en 1938 para una competencia de
ópera infantil.
Se estrenó en la Praga
ocupada por los alemanes en 1941 (sin la presencia de su autor que ya había sido deportado), y fue interpretada por niños en el orfanato judío de
la calle Belgicka. Se representó en el comedor del edificio, y al no contar
con espacio ni recursos para la orquesta, solo tres músicos intervinieron, tocando el piano, el violín y la batería. También se representaría una vez más, en 1942, antes de que
comenzaran los traslados masivos de los judíos de Bohemia y Moravia hacia
Theresienstadt.
En 1943, la
partitura de esta ópera se introdujo de contrabando en el campo de
concentración, donde Krása volvió a orquestarla para los instrumentistas que
estaban disponibles allí. El estreno de la versión en Terezín tuvo lugar el 23
de septiembre de 1943 en el hall de las barracas de Magdeburg.
Theresienstadt (Terezín) fue promovido como un paraíso para los judíos, un balneario de lujo...algunos reclusos consiguieron infiltrar sus instrumentos en el campo y lograron dar algunos conciertos. Lo hacían en secreto, hasta que en 1942, el nazismo entendió el potencial propagandístico que tenía esta actividad musical de los judíos. Arte y Cultura acabaron convirtiéndose en otros de los lujos característicos de Terezín, reconocido por su humanidad y espiritualidad.
De esta manera, los nazis, conscientes del potencial propagandístico de esta iniciativa artística,
organizaron una nueva puesta en escena de Brundibár para la película de
propaganda nazi Theresienstadt-eine Dokumentarfilm aus den jüdische
Siedlungsgebiet dirigida por K. Gerron. La misma actuación se llevó a cabo
cuando la Cruz Roja Internacional inspeccionó Terezín en septiembre de 1944.
Esa fue la última de las 55 representaciones en el gueto de Terezín. Dos
semanas más tarde, comenzaron los traslados de los artistas hacia Auschwitz y
otros destinos del Este.
Brundibár fue
popular en el gueto por tres razones principales:
- Los reclusos podían ver a los
niños disfrutar de una experiencia teatral.
- La naturaleza alegórica de la
historia de victoria ante un tirano podía extrapolarse a la situación vivida
por los judíos.
- La música era accesible, placentera y memorable.
No se ha encontrado
ninguna puesta en escena de Brundibár desde 1944 hasta 1975. En 1975, en EEUU,
J. Karas (una violinista checa, nacida en Polonía, pero que vivió en EEUU)
consigue que se estrene allí esta ópera; dos años después también lo hará en Canadá
y en 1985 en Alemania.
En 1995
la organización Juventudes Musicales de Alemania estableció el Proyecto Brundibár. Se trata de una iniciativa intergeneracional
que involucra a personas que actuaron o eran el público de las representaciones
de esta ópera en el campo de concentración. A partir de 1999, el proyecto
generó cientos de representaciones de la ópera en Alemania y en Europa Oriental
y otra gran cantidad de funciones en EEUU, en el Reino Unido y muchos otros
lugares.
BRUNDIBÁR
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